Palacio de Versalles
Versalles es una localidad a tan sólo 21 kilómetros de París. Luis XIII, atendiendo a esta cercanía, había construido un pequeño palacete en forma de U para poder retirarse a descansar y cazar sin alejarse de la capital. Su hijo Luis XIV comprendió enseguida las ventajas de estar a dos pasos de París, pero a su vez ajeno a los inconvenientes de la gran ciudad y sus peligrosas algaradas.
INFLUENCIAS DEL PALACIO.
En la génesis de este palacio se tomaron como referencias otras construcciones que se habían venido haciendo desde el renacimiento.
El palacio de El Escorial, construido por Felipe II en España, que había sido un edificio muy importante en la arquitectura francesa durante la primera mitad del siglo XVII, no se consideró como modelo conveniente porque era demasiado sobrio, lo que iba en contra del gusto de Luis XIV. Sin embargo, de él se recoge la idea de que el edificio fuese la imagen más expresiva de la grandeza que quería ofrecer el monarca de sí mismo. También se toman las ideas de colosalismo y de edificio simbólico.
Los palacios parisinos del Louvre y de las Tullerías eran palacios urbanos que estaban limitados en tamaño De ellos se recogerán el estilo clasicista de utilización de fachadas monumentales con columnatas y la creación de jardines geométricos.
El palacio del Buen Retiro creado por los austrias en Madrid o las villas campestres de recreo italianas levantadas en el manierismo fueron seguramente la inspiración de la idea de construir un palacio a lo extenso, dando un papel relevante a la naturaleza y al agua.
Luis XIV quería algo único, por eso Versalles será el compendio de todo.
En la zona pública destaca el Salón de los Espejos, antigua terraza que daba al jardín, cubierta y cerrada por Mansart. Es un espacio alargado de 75 metros, una sala de fiestas y de recepción. Todo está dispuesto para crear sensaciones y sorpresas en quien la recorre: asombrarse por el lujo de todo lo que le rodea (dorados, cristalería, esculturas, mármoles rojos; descubrir el espacio ilusorio que agranda la estancia con los espejos y que refleja la luz del jardín; admirar las vistas del parque que se pierde en la lejanía; comprender la grandeza militar de Francia a través de la victorias de Luis XIV que se narran en las bóvedas
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