martes, 27 de mayo de 2014

El gran siglo XVII y El Siglo de las Luces- Toda la Historia del Mundo



El gran siglo XVII



la muerte de Enrique X, María de Médicis actuó como regente de Francia en nombre de su hijo Luis XIII.
Cuando los protes­tantes, que dominaban La Rochelle, aprovecharon la muerte de Enrique IV para dejar entrar a los ingleses, Richelieu mandó tirar un dique situado delante del puerto marítimo y obligó a las gentes de la RSR (Reli­gión Supuestamente Reformada) a obedecer, al mismo tiempo que respetó su libertad religiosa.
La guerra de los Treinta Años, de 1618 a 1648, que terminó de manera ventajosa para Francia y Suecia con el tratado de Westfalia* (1618), para Alemania fue una terrible tragedia (destrucción y muerte) de la que tardaría mucho tiempo en recuperarse; Prusia y los Estados hereditarios de los Habsburgo se salvaron.

la proclamación de una República en 1649, tras la decapitación del rey Carlos. (No, los franceses no fueron los primeros en cortar la cabeza a su rey.) Oliver Cromwell, se convirtió en el dictador (el «lord protector») de aquella República, que dirigió con puño de hierro hasta su muerte (el 3 de septiembre de 1658).

Mazarino y Ana de Austria formaron una sólida pa­reja. No eran amantes (aunque Mazarino fuera un carde­nal laico, la unión entre un plebeyo y una descendiente de Carlos I era impensable), pero sí muy amigos. Se en­frentaron a la Fronda
Con Richelieu y Mazarino, el prestigio intelectual de Francia eclipsó al de Italia. René Descartes, instalado en Holanda
Los dos hombres tenían en común el «método experimental»; Pascal, además, era un místico más conocido por sus famosos Pensamientos que por su Tratado del triángulo aritmético.
En París, mientras tanto, el apuesto Luis XIV reu­nía a su Consejo por primera vez desde la muerte de su Padrino. Dijo a los ministros:Señores, hasta ahora he tenido a bien dejar la tarea de gobernar mis Estados en combate al car­denal Mazarino. A partir de ahora, esto ya no será así, no designaré primer ministro y seré yo mismo quien gobierne. Solicitaré vuestros consejos cuan­do así lo necesite. Podéis estar preparados.
Al mismo tiempo, ordenaba a sus mosqueteros de­tener al poderoso superintendente de finanzas Nicolas Fouquet, quien le hacía sombra. Una detención injusta, cierto, pero dictada por la «razón de Estado» tan que­rida por Maquiavelo. El fastuoso superintendente, constructor del castillo de Vaux, murió ignorado en la ciudadela real de Pignerol.

Luis XIV conservaba desde su infancia, bajo la Fronda, una profunda desconfianza hacia la nobleza. Hay que entender que la construcción de Versalles fue un acto de alta política. Versalles, inaugurado en 1682, no fue sólo el palacio más bello del mundo imitado en toda Europa; era una máquina para domesticar a los «grandes»; todos los «importantes» estaban práctica­mente obligados a vivir en la nueva ciudad para formar la corte del rey.

Aquel palacio de espejos, sublime y frágil, también nos demuestra hasta qué punto reinaba el orden en el interior del país: el castillo era indefendible en caso de re­vuelta, como demostrará la Revolución


Cada gran nación europea marcó un siglo: el siglo XV fue Italiano; el XVI español. Los siglos XVII y xviii fueron franceses. La lengua francesa era universal: en Austerlitz, todos los soberanos, enemigos de Francia, hablaban francés entre ellos. En el siglo XIX y en el XX se impondrá el inglés; en primer lugar debido a Inglaterra, luego debido a América.




 El Siglo de las Luces


Una serie de trágicas muertes habían trastocado el orden de sucesión al trono (y oscurecido los últimos años de Luis XTV), de modo que la Corona recayó, en 1715, en un sobrino nieto 

Luis XTV, su tío, se había cuidado mucho de gobernar con los nobles, limitándoles a una función militar.
Los burgueses (clase media), en quienes confiaban los reyes Capetos, quedaron descontentos (ésta es una de las lejanas causas de la Revolución) y el gobierno se vol­vió bastante ineficaz.

El siglo XVII había empezado en 1610, con el asesi­nato de Enrique IV, y duró hasta 1715. El siglo XVIII em­pezó en 1715 y terminará cien años más tarde, en 1815, en el campo de batalla de Waterloo.

En Europa central y oriental, los soberanos conti­nuaron practicando la monarquía absoluta de Luis XIV (aunque en todos los casos, su poder quedaba limitado por las exenciones municipales, los privilegios de los no­bles y del clero).
En Rusia, Catalina II (1762-1796) consiguió, a pe­sar de ser mujer, mantener el mismo puño de hierro que Pedro el Grande.

Prusia, Rusia y Austria se las arreglaron para repar­tirse el aciago reino de Polonia, que en 1772 desapareció de entre los Estados independientes (y no resurgirá has­ta 1918).


En Francia, Luis XV, ya mayor de edad, realmente no gobernó, acaparado como estaba por los placeres y sus amantes (la Pompadour y la Du Barry). Todos sus primeros ministros fueron mediocres, excepto el carde­nal Fleury (1726-1743). Luis XVI, coronado rey a la muerte de Luis X en 1774, no tendrá amantes y será de costumbres austeras; sin embargo, se mostrará tan inde­ciso como su predecesor.

El siglo XVII  estuvo marcado por la rivalidad naval anglo-francesa.
En 1750, los franceses dominaban América del nor­te y el subcontinente indio.

En 1783, el tratado de Versalles decretó la indepen­dencia de las colonias sublevadas, que adoptaron el nom­bre de Estados Unidos de América.
Veinte años después del tratado de París, el tratado de Versalles (1783) era una
extraordinaria venganza para los franceses.

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) y su famoso Contrato social (1762). Las ideas de Rousseau, más que las de Voltaire, están de moda actualmente. Él es el inventor del «niño rey»: Emilio fue publicado el mis­mo año que el Contrato. Los principios constitucionales de Montesquieu en El espíritu de las leyes (1750) —la sepa­ración de poderes— inspiraron ampliamente la Constitu­ción americana.
Publicados entre 1791 y 1792, los diecisiete volú­menes de la Enciclopedia, de la que Diderot y D'Alembert fueron los principales redactores, presentan una síntesis general del saber humano y hacen del francés la lengua universal, afirmando en todas partes la preeminencia de la razón sobre los dogmas.

La Ilustración (Aufklärung [Luces] en alemán) fue, sin embargo, un formidable movimiento de libertad y de emancipación.

El Siglo de las Luces tiene su lado oscuro. Fue la gran época de la trata de negros, en virtud del progreso de la navegación.
África (exceptuando el Magreb, Egipto y Etiopía) permanecía en la prehistoria; era un continente de tribus nómadas, muy a menudo de pastoreo o agrícolas, pero sin nada semejante a los Imperios azteca o inca.

El Siglo de las Luces también fue el siglo de la mú­sica sinfónica.

Las músicas tradicionales de todos los países se pa­recían, eran algo monótonas. Desde la Edad Media, la música polifónica, el canto gregoriano y el canto ortodoxo, había florecido en los monasterios tanto de Occidente como de Oriente.

La revolución técnica del Renacimiento permitió la puesta a punto de nuevos instrumentos (el clavicor­dio, el piano) y el perfeccionamiento de las claves de lectura (el solfeo).

A la Contrarreforma la acompañó la creación de una fabulosa música barroca. En el Siglo de las Luces trabajaron y vieron extraordinarios compositores: en Viena, Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y en la corte del Elector de Colonia, Ludwing van Beethoven (1770-1827), por citar sólo a los más geniales.








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