El gran siglo XVII
la muerte de Enrique X, María de Médicis actuó como regente de Francia en nombre de su
hijo Luis XIII.
Cuando los protestantes, que dominaban La
Rochelle, aprovecharon la muerte de
Enrique IV
para dejar entrar a los ingleses, Richelieu
mandó tirar un dique situado delante del puerto marítimo y obligó a las gentes de la RSR
(Religión Supuestamente Reformada) a obedecer, al mismo tiempo que respetó su libertad religiosa.
La guerra de los Treinta Años,
de 1618 a 1648, que terminó de manera ventajosa para Francia y Suecia con el
tratado de Westfalia*
(1618), para Alemania fue una terrible tragedia (destrucción y muerte) de la que tardaría
mucho tiempo en recuperarse; Prusia y los Estados hereditarios de los Habsburgo se salvaron.
la proclamación de una
República en 1649, tras la decapitación
del rey Carlos. (No, los franceses no fueron los primeros en cortar la cabeza a su rey.) Oliver Cromwell, se convirtió en el dictador (el «lord protector») de aquella República, que
dirigió con puño de hierro hasta su muerte
(el 3 de septiembre de 1658).
Mazarino y Ana de Austria
formaron una sólida pareja. No eran amantes (aunque Mazarino fuera un cardenal laico, la unión entre un
plebeyo y una descendiente de Carlos I era impensable), pero sí muy amigos. Se enfrentaron a la
Fronda
Con Richelieu y
Mazarino, el prestigio intelectual de Francia eclipsó al de Italia. René Descartes,
instalado en Holanda
Los dos hombres tenían en
común el «método experimental»; Pascal,
además, era un místico más conocido por sus famosos Pensamientos que por su Tratado del triángulo aritmético.
En París, mientras tanto, el
apuesto Luis XIV reunía
a su Consejo por primera vez desde la muerte de su Padrino. Dijo a los ministros:Señores,
hasta ahora he tenido a bien dejar la tarea de gobernar mis Estados
en combate al cardenal Mazarino. A partir de ahora, esto ya no será así, no designaré
primer ministro y seré yo mismo quien gobierne. Solicitaré vuestros consejos
cuando así lo necesite. Podéis estar preparados.
Al mismo tiempo, ordenaba a sus
mosqueteros detener
al poderoso superintendente de finanzas Nicolas Fouquet, quien le hacía sombra.
Una detención injusta, cierto, pero dictada por la «razón de Estado» tan querida por Maquiavelo. El fastuoso superintendente, constructor del castillo de Vaux, murió ignorado
en la ciudadela real de Pignerol.
Luis XIV conservaba desde su infancia,
bajo
la Fronda, una profunda
desconfianza hacia la nobleza. Hay que entender que la construcción de Versalles fue un acto de alta
política. Versalles, inaugurado en 1682, no fue sólo el palacio más bello del
mundo imitado en toda
Europa; era una máquina para domesticar a los «grandes»; todos los «importantes» estaban prácticamente obligados a vivir en la nueva ciudad para
formar la corte del rey.
Aquel palacio de espejos,
sublime y frágil, también nos demuestra hasta qué punto reinaba el orden en el interior del
país: el castillo era indefendible en caso de revuelta, como demostrará la Revolución
Cada gran nación europea marcó
un siglo: el siglo XV fue Italiano; el XVI español.
Los siglos XVII y xviii fueron franceses. La lengua francesa
era universal: en Austerlitz, todos los soberanos, enemigos de Francia, hablaban francés entre ellos. En el
siglo XIX y en el XX se impondrá el inglés; en primer lugar debido a Inglaterra, luego debido a América.
El Siglo de las Luces
Una serie de trágicas muertes
habían trastocado el orden de sucesión al trono (y oscurecido los últimos años de Luis XTV), de modo que la
Corona recayó, en 1715, en un sobrino nieto
Luis XTV, su tío, se había
cuidado mucho de gobernar con los nobles, limitándoles a una función militar.
Los burgueses (clase media),
en quienes confiaban los reyes Capetos, quedaron descontentos (ésta es una de las lejanas
causas de la Revolución) y el gobierno se volvió bastante ineficaz.
El siglo XVII había empezado en 1610, con el
asesinato de Enrique IV, y duró hasta 1715. El siglo XVIII empezó en 1715 y terminará cien
años más tarde, en 1815, en el campo
de batalla de Waterloo.
En Europa central y oriental, los soberanos
continuaron practicando la
monarquía absoluta de Luis XIV (aunque en todos los casos, su
poder quedaba limitado por las exenciones municipales, los privilegios de los nobles y del clero).
En Rusia, Catalina II (1762-1796) consiguió, a pesar de ser mujer, mantener el mismo puño
de hierro que Pedro el Grande.
Prusia, Rusia y Austria se las
arreglaron para repartirse el aciago reino de Polonia, que en 1772 desapareció de entre los Estados
independientes (y no resurgirá hasta
1918).
En Francia, Luis XV, ya mayor de edad, realmente no gobernó, acaparado como estaba por los
placeres y sus amantes (la Pompadour y la Du Barry). Todos sus primeros ministros fueron mediocres, excepto el cardenal Fleury (1726-1743). Luis XVI, coronado rey a la muerte de Luis X en 1774, no tendrá amantes y
será de costumbres austeras; sin embargo,
se mostrará tan indeciso como su
predecesor.
El siglo XVII estuvo marcado
por la rivalidad naval anglo-francesa.
En 1750, los franceses
dominaban América del norte y el subcontinente indio.
En 1783, el tratado de
Versalles decretó la independencia de las colonias sublevadas, que adoptaron el nombre de Estados Unidos de América.
Veinte años después del
tratado de París, el tratado de Versalles (1783) era una
extraordinaria venganza para los franceses.
Jean-Jacques Rousseau
(1712-1778) y su famoso
Contrato social (1762). Las ideas de Rousseau, más que las de Voltaire, están de moda actualmente. Él es el inventor del «niño rey»: Emilio
fue publicado el mismo año que el Contrato. Los principios constitucionales de Montesquieu en El espíritu de las leyes (1750) —la separación de poderes— inspiraron
ampliamente la Constitución
americana.
Publicados entre 1791 y 1792,
los diecisiete volúmenes de la Enciclopedia, de la que Diderot y D'Alembert fueron los principales redactores, presentan una síntesis general del saber humano y
hacen del francés la lengua universal, afirmando en todas partes la preeminencia de la razón sobre los dogmas.
La Ilustración (Aufklärung [Luces]
en alemán) fue, sin embargo, un formidable movimiento de libertad y de
emancipación.
El Siglo de las Luces tiene su
lado oscuro. Fue la gran época de la trata de negros, en virtud del progreso de la navegación.
África (exceptuando el Magreb,
Egipto y Etiopía) permanecía
en la prehistoria; era un continente de tribus nómadas, muy a menudo de pastoreo o
agrícolas, pero sin
nada semejante a los Imperios azteca o inca.
El Siglo de las Luces también
fue el siglo de la música
sinfónica.
Las músicas tradicionales de
todos los países se parecían, eran algo monótonas. Desde la Edad Media, la música polifónica, el canto
gregoriano y el canto ortodoxo, había florecido en los monasterios tanto de Occidente como de Oriente.
La revolución técnica del
Renacimiento permitió la puesta a punto de nuevos instrumentos (el clavicordio, el piano) y el
perfeccionamiento de las claves de lectura
(el solfeo).
A la Contrarreforma la acompañó la creación
de una fabulosa música barroca. En el Siglo de las Luces trabajaron y vieron
extraordinarios compositores: en Viena, Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y
en la corte del Elector de Colonia, Ludwing van Beethoven (1770-1827), por
citar sólo a los más geniales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario